Las Escrituras indican que la criatura conocida como Satanás no siempre tuvo ese nombre, sino que se le dio debido a que tomó un proceder de oposición y resistencia a Dios. No se revela el nombre que tenía antes. Dios es el único Creador, y ‘su actividad es perfecta’ y sin ninguna injusticia. (Dt 32:4.) Por lo tanto, cuando fue creado, era una criatura de Dios perfecta y justa. Es una persona celestial, pues compareció en el cielo en la presencia de Dios.
14 Tú eres el querubín ungido que cubre, y yo te he colocado a ti. En la montaña santa de Dios resultaste estar. En medio de piedras de fuego te paseabas. 15 Estuviste exento de falta en tus caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló injusticia en ti.
16 ”’”Por la abundancia de tus artículos de venta llenaron el centro tuyo de violencia, y empezaste a pecar. Y yo te pondré como profano fuera de la montaña de Dios, y te destruiré, oh querubín que cubre, de en medio de las piedras de fuego.
17 ”’”Tu corazón se hizo altivo debido a tu hermosura. Arruinaste tu sabiduría por causa de tu radiante esplendor. A la tierra ciertamente te lanzaré. Delante de reyes ciertamente te colocaré, [para que] te miren.
El relato bíblico deja claro que Satanás habló por medio de una serpiente, y sedujo a Eva para que desobedeciera el mandato de Dios. A su vez, Eva indujo a Adán a tomar el mismo derrotero rebelde. (Gé 3:1-7; 2Co 11:3.) En consecuencia, la Biblia da a Satanás el título de “Serpiente”, título que, por el uso que Satanás hizo de la serpiente, adquirió el significado de “engañador”; él también se convirtió en “el Tentador” (Mt 4:3) y un mentiroso, “el padre de la mentira”. (Jn 8:44; Rev 12:9.)
Lo que hizo Satanás al hablar a Eva por medio de una serpiente en realidad desafió la soberanía de Dios sobre el hombre, incluso lo tachó de mentiroso, pues según Dios, al comer del fruto prohibido morirían, y eso, al parecer de Satanás, no era cierto, pues él explicaba que vivirían como dioses, conociendo lo bueno y lo malo.
La Biblia revela que Satanás compareció ante Dios en el cielo, como un dios rival. Justificaba que el hombre adoraba a Dios por puro interés, y que él podía demostrar que si se ejercía aflicción, dejarían de adorarle.
Además, tras el episodio del diluvio, algunos ángeles poderosos se unieron a su causa, pues habían fallado a Dios al bajar a la Tierra materializados como hombres para cometer adulterio.
Satanás ha tratado de extraviar a todos aquellos que quieren adorar a Dios mediante pruebas, presiones, tentaciones, y un millón de métodos. Es inteligente, homicida y sabe nuestras debilidades. Además tiene el control de este sistema de cosas, por lo que puede manejar todo a su antojo.
El capítulo 20 de Revelación relata la acción de atar y abismar a Satanás por mil años a manos de un gran ángel —Jesucristo— que tiene la llave del abismo y es la “descendencia” que ha de magullar a Satanás en la cabeza. (Compárese con Rev 1:18.)
El esfuerzo final de Satanás culmina en una derrota permanente. La profecía dice que será desatado por “un poco de tiempo” tan pronto como termine el Reino milenario de Cristo, y que conducirá a las personas rebeldes a otro ataque contra la soberanía de Dios; pero se le arroja, junto con sus demonios, al lago de fuego y azufre, es decir, la destrucción eterna. (Rev 20:1-3, 7-10; compárese con Mt 25:41.)